sábado, 5 de julio de 2014

Las decisiones del Sr. Búho

El señor Búho tenía los ojos redondos y grandes como yemas de huevo.
El señor Búho gozaba de fama de ser sabio entre la pajarería del bosque.
No sabía hablar como los loros o las cotorras ,pero resultaba, en cambio mucho más serio.
Se pasaba las noches encima de un árbol con los ojos abiertos de par en par, escrutando las tinieblas.
Cuando la señora Búho puso el primer huevo, el cabeza de familia sentenció gravemente:

-    “Ejem…tendremos un niño que será sabio como yo”

El buhíto, contra todos los pronósticos, resulto ser un pájaro triste y poco aficionado a la ciencia.
Sus ojos eran también amarillos y grandes pero mientras los del señor Búho se mantenían alerta durante toda la noche los suyos comenzaban a cargarse de sueño a la caída del sol.

-   “Ejem…Un búho jamás duerme por la noche.”
-   “¡Y qué quieres que haga si me caigo de sueño!”
-   ”¡Vas a ser la vergüenza de la familia!”
“Yo me he hecho un nombre con duros esfuerzos y no estoy dispuesto a que tú me defraudes ante la opinión pública.”

El buhíto fue enviado a un colegio de pájaros graduados que era una especie de colegio de nobles en la organización escolar del bosque.
Un día el señor director se creyó en el deber de prevenir al papa Búho:

“Mucho me temo que su vástago no pueda continuar sus estudios. No muestra especial aptitud para la ciencia. No le interesa la astronomía, ni la trigonometría, ni el cálculo infinitesimal. Sólo hay una cosa que le apasiona: silbar. ¿ Y usted le ha oído? Es maravilloso”.
“Lo que ocurre es que usted es un inepto y mal pedagogo. Presentaré una denuncia, Mi hijo es un genio, como su madre y yo; y no estoy dispuesto a que se hagan recaer sobre su talento las deficiencias del sistema pedagógico de este colegio.”

Y el señor Búho con los ojos más amarillos que nunca, se llevo al chico a casa.
Pero en cuanto llegaron a la cima del árbol, le propinó una paliza descomunal.

“¡A mi no me dejas en ridículo delante de nadie! Si no sacas la carrera por las buenas la sacas por las malas y de eso me encargo yo”.

El buhíto recibió lecciones particulares, le graduaron la vista, le compraron gafas y siguió cayéndose de sueño al ponerse el sol.
Y cuando el señor Búho se iba a dormir entonces el buhíto se colocaba en lo más alto del árbol y comenzaba a silbar …

Y el bosque guardaba silencio y se ponía de puntillas para oírle.